lunes, 11 de octubre de 2010

ELVERDADERO ADORADOR NO NACE, SE HACE


Ciertamente no somos efectivos en nuestros tiempos en la presencia de Dios debido a que no nos enfocamos en lo que Él define como adorador. Podríamos definir a un adorador, como aquel que se entrega en una íntima y profunda manifestación de gratitud y alabanza a Dios. No importando las circunstancias por las que está pasando eleva adoración que sale de su corazón, de su espíritu. Adora en lo secreto como en público, no depende de otro para expresar lo que el creador de su alma le inspira, no se rige por ideas humanas sino por la Palabra y está siempre dispuesto a rendir todo su ser a Él.

COMO SER UN VERDADERO ADORADOR.
Dios está más interesado en lo que eres que en lo que haces. Dios está más interesado en que seas verdadero adorador que en tu adoración. 

El verdadero adorador se hace en un proceso. No se hace un adorador de un día para otro. Ser adorador es un estilo de vida que se caracteriza más por la actitud del corazón que por las cosas que podemos hacer como las expresiones o formas de adoración.

¿Cómo podemos caminar en esa dimensión? Las siguientes son algunas pautas que nos ayudarán a ser un verdadero adorador:

1. Ofreciendo a Dios una rendición total. La palabra adorar también significa ofrendar, y a través de las escrituras encontramos la palabra adoración como sinónimo de la palabra "sacrificio" u ofrenda. El apóstol Pablo nos presenta esta verdad en el siguiente versículo:

Rom 12:1  “…Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable á Dios, que es vuestro culto racional…”

La palabra “cuerpos” se define como un todo, no contemplando únicamente la dimensión física de nuestro ser, sino las 3 dimensiones con las que Dios nos creó. Espíritu, alma y cuerpo. 1 Cor. 15:44 el apóstol Pablo hace distinción entre dos de los cuerpos de que habla en Rom. 12:1; el cuerpo espiritual y el cuerpo animal o nuestra alma. Con lo anterior queda establecido que se requiere que nuestra adoración involucre todos nuestros cuerpos, el espiritual, el animal (alma) y el físico.

El “sacrificio vivo”  mencionado por  el Apóstol determina la acción de ofrecer o rendir continuamente nuestra vida (sacrificio vivo) en adoración a Dios. Dios no quiere una parte de nuestra vida. Pide todo nuestro corazón, toda nuestra alma, toda nuestra mente, y todas nuestras fuerzas. (Marc. 12:30).

Para los judíos el corazón es el verdadero hombre que nosotros somos y que a veces ni nosotros mismos conocemos. Lo adoramos de corazón cuando lo adoramos como realmente somos al interior de nuestra habitación; lo adoramos de corazón, cuando lo adoramos tal y como somos.

Debemos adorarlo con nuestra alma, esto es, rendir a Él nuestra voluntad de tal manera que siempre tengamos la disposición de adorarlo; que utilicemos nuestras emociones en una forma balanceada para adorarlo, no podemos llorar o reír siempre que le adoremos, nuestras emociones deben  ser acorde a lo que queremos expresar. Al adorarlo con toda nuestra mente, lo adoramos con el entendimiento de lo que estamos haciendo, con profundidad, tomando el control de nuestros pensamientos, no permitir que éstos divaguen mientras le adoramos.

Pero también debemos adorarlo con todas nuestras fuerzas, con intensidad, desde lo profundo de nuestras entrañas. Si no lo hacemos así podemos terminar ofreciendo una adoración superficial, seca, indiferente y sin propósito.

A Dios no le interesan los compromisos a medias, la obediencia parcial y las sobras de nuestro tiempo. Quiere nuestra entrega total a Él, no pedacitos de nuestra vida.

2. Teniendo tiempo a solas con Dios. (Marc. 6:45-46). La adoración pública generalmente carece de intimidad. La adoración pública debe ser un reflejo de la adoración en lo secreto. La adoración intima se da en la intimidad de mi corazón y de mi habitación. Que pensarías de un hombre que en la intimidad nunca le dice a su esposa que la ama, nunca le muestra afecto, pero en público la trata maravillosamente. Todo tipo de halagos y cariños salen de sus labios cuando la gente los ve. ¿Pensarías que este hombre es un hipócrita verdad? Pensarías que solo pretende para ser visto por los demás. Así suena la adoración pública que no está respaldada por una adoración privada. Cuando en la adoración no hay intimidad, esta carece de deleite y se torna una carga o una obligación.

Pautas a tener en cuenta:

1.       Seleccionar el Lugar. Preferiblemente elegir un lugar tranquilo, silencioso, que nos aseguremos de no ser molestados durante nuestro devocional.
2.      Escoger una Hora Adecuada. Muchos piensan que la mejor hora para el devocional es en la madrugada, por la quietud, por tener una mente despejada por el descanso nocturno, por la poca probabilidad de interrupción. Todo tiempo es igualmente beneficioso, lo ideal es escoger una hora en que no estemos cansados o con prisa.
3.       Tiempo para el Devocional. Al comienzo bastarán unos 30 minutos, pero, con el tiempo este tiempo será demasiado corto.
4.      ¿Cuántos Devocionales Diarios? Si no es posible seleccionar suficiente tiempo en la mañana, podemos dividir nuestro devocional en varios lapsos durante el día.
5.      Podemos dividir nuestro tiempo a solas con Dios en dos partes:
5.1.             Estudio de la Palabra. Es recomendable tener un plan de lectura organizada.  Un ejemplo de ello puede ser proponerse leer la Biblia completa, comenzando por el Nuevo testamento y continuando con el Antiguo Testamento. Se pueden leer 3 capítulos diarios y seleccionar de esos capítulos uno solo o una porción pequeña en la cual meditaremos.
5.2.            Nuestra Comunicación con Dios. Este tiempo lo podemos emplear para:
Ø      Ser sinceros con Él y confesarle lo que sentimos, lo que queremos, lo que deseamos de Él,  cómo nos sentimos frente a algunas situaciones, ser transparentes en nuestra comunicación.
Ø      Elevar nuestras peticiones a Él.
Ø      Pedir perdón por los pecados que pudo habernos mostrado la Escritura en el estudio que hicimos.
Ø      Interceder por nuestra familia, Iglesia, ministerio, líderes, pastores, amigos, vecinos, ciudad, país, la salvación de las almas, o cualquier otra cosa que el Señor ponga en nuestra mente o corazón en ese momento, para ello debemos aprender a desarrollar nuestra capacidad de oírlo a  Él.
Ø      Dar gracias por lo que Él hace en nuestra vida, nuestra familia, nuestra Iglesia, etc. La Biblia nos exhorta a ser agradecidos.
Ø      Lo más importante: Adorarle con nuestra alabanza, con nuestro cuerpo, etc.

3. Ofreciendo la adoración desde nuestro espíritu. (1 Cor. 14:15.). Como vimos en la clase anterior, el espíritu del hombre tiene entre otras tres funciones principales que son la conciencia, la intuición y la comunión.    La conciencia es el área del espíritu donde Dios nos hace distinguir lo bueno y lo malo. La comunión es el área de nuestro espíritu que adora a Dios y en la cual Él se comunica con nosotros. La intuición es el área donde recibimos revelaciones de Dios. Par ser verdaderos adoradores las funciones de comunión e intuición de nuestro espíritu deben activarse y desarrollarse, para que podamos vivir una vida espiritual, como seres espirituales que somos, y así aprender a conocer como Dios quiere que le adoremos en cada momento. La única forma de ser guiados por el Espíritu Santo es desarrollando la habilidad de oírlo.

Desarrollamos o activamos nuestro espíritu cuando oramos en lenguas. El que habla en lenguas no habla a los hombres sino a Dios" (1ª Cor. 14,2). Cuando oramos en lenguas, nuestro espíritu ora (1 Cor. 14:14.)  Cuando oramos en lenguas nuestro espíritu se edifica. (1 Cor. 14:4).
4. Conociendo a Dios y su Palabra: (Juan 17:3 – Col. 3:16). ¿Cómo puedo adorar a alguien que no conozco? ¿Cómo puedo adorar a alguien cuyos atributos ignoro? ¿Cómo puedo adorar a un Dios con el que no me he relacionado lo suficiente para conocerle? Mucha gente "adora" a Dios sin conocerle. Muchos cristianos han entregado sus vidas al Señor, tienen vida eterna y el cielo les espera.  Pero no han conocido a Dios de una manera intima y personal. Aquel que conoce a Dios en la intimidad y en su vivencia diaria será un excelente candidato para ser un verdadero adorador.

Como adoradores debemos saber lo que la Palabra nos enseña acerca de la verdadera adoración: las expresiones de adoración, la revelación de la restauración de la adoración desde el tabernáculo de David, la verdadera adoración neotestamentaria,  la adoración en los salmos, el carácter de Dios y en fin, todo lo que podamos aprender para vivir como verdaderos adoradores.

5. Adorando en todo momento y lugar. (Salmo 34:1). Un adorador real, ama y sirve a Jesús, no importa el lugar donde se encuentre. Este ejemplo lo podemos tomar de David que lo mismo adoraba al Señor mientras cuidaba y pastoreaba sus ovejas, sirviendo de soldado en el ejército y ante el trono y un palacio siendo rey.

Muchas personas, equivocadamente piensan que adorar a Dios en espíritu y en verdad es algo que se hace en los días de servicio solamente; cuando todos están congregados. Adorar a Dios en espíritu y en verdad implica mucho más que simplemente atender a los servicios regulares, cantar, orar, leer la Biblia y aparentar ser un buen cristiano, estar en el grupo de alabanza, o en el equipo de danza. Es verdad que nos debemos congregar para glorificar a Dios, pues esto es agradable a Él, pero solo cuando aprendemos a adorarlo en todo momento y en todo lugar, vamos en camino para convertirnos en verdaderos adoradores.

Esto significa que adorarle en espíritu y en verdad se convierte en una manera de vivir, en un estilo de vida, lo cual significa que adoramos a Jesús en todo momento, y en donde quiera que estamos: en nuestra casa, en nuestro trabajo, en la escuela, en el mercado, en el carro, con nuestros amigos, con nuestros familiares, en todo momento y en todo lugar. ¿Cómo podemos adorar en todo momento?, entendiendo que somos adoradores y con nuestro modo de vida, con nuestro testimonio de vida, estamos glorificando a Dios en todo lo que hagamos. Cuando cada cosa que realizamos en nuestro diario vivir lo hacemos como para el Señor, entonces, cada cosa que hacemos se convierte en un acto de adoración. (Col. 3:18-23).

6.  Ofreciendo una adoración reflexiva. El mandamiento de Jesús de «amar a Dios con toda tu mente» se repite cuatro veces en el Nuevo Testamento. A Dios no le agrada que cantemos himnos, oremos con apatía y exclamemos con indiferencia ¡Gloria a Dios!, sin pensar en lo que hacemos. Si no pensamos en lo que hacemos cuando adoramos, la adoración no sirve. Si alguien se te acerca y repite diez veces: «¡Te aprecio!», es probable que pienses «¿Por qué?». Tú preferirías dos cumplidos específicos a veinte generalidades vagas. A Dios también.

7. Practicando la Adoración. Los verdaderos adoradores, los que adoran en espíritu y en verdad ofrecen una adoración que brota de lo profundo del corazón, la cual es el resultado del ejercicio diario. Como un médico, ingeniero o maestro, que estudiaron e hicieron prácticas antes de desempeñarse en su profesión. Ellos son profesionales en su área así no estén trabajando. Lo mismo debe suceder con los verdaderos adoradores, que lo son así no estén manifestando expresiones físicas de adoración. De lo anterior podemos concluir que los verdaderos adoradores lo son por la práctica, y con ello no se hace referencia a los ensayos de danza o alabanza, o a los seminarios o escuelas de adoración, sino al hecho de practicar el adorar a Dios en nuestro tiempo a solas con Él.

Habrá ocasiones en que los adoradores sentirán que su adoración no es efectiva, pero a pesar de ello se debe ser persistente y seguir adorando a Dios, sin importar la situación por la que se esté atravesando.
Conclusión: ¿Quienes están dispuestos a decir: “Dios, ya no me tienes que seguir buscando, porque hoy he decidido ser un adorador en todo lo que hago y digo, un verdadero adorador que te adore en espíritu y en verdad. Heme aquí”?

(Trabajo para el próximo Lunes: Buscar veinte frases de adoración extraídas del libro de los Salmos)

lunes, 4 de octubre de 2010

LA ADORACIÓN EN ESPÍRITU Y EN VERDAD (JUAN 4:23-24)


¿Qué significa adorar al Padre en espíritu y en verdad? Muchos dicen que adorar a Dios en espíritu significa adorar guiados por el Espíritu Santo y adorarlo en verdad significa  adorar a Dios como Él guía en Su Palabra. Pero eso no es lo que Jesús le dijo a la mujer samaritana. Si "en espíritu y en verdad" no significa "adorar guiados por el Espíritu Santo y en armonía con la Palabra de Dios", entonces, ¿qué significa?
Antes de seguir es importante recordar el contexto político-religioso de Palestina en los tiempos del Nuevo Testamento. Para la época de Jesús los israelitas se habían dividido en tres subculturas: Galileos: Por haberse fusionado la población con extranjeros, no judíos de religión, los galileos no eran bien vistos por los judíos fervientes, que llamaban a la región "Galilea de los gentiles”. Samaritanos: Los samaritanos eran seguidores de la Ley, admitían sólo el Pentateuco, rechazaban el resto de los libros del Antiguo Testamento y no reconocían a Jerusalén como centro religioso. Ellos tenían su templo en el monte Gerizín, en Síquén. Entre ellos y los judíos existía un odio mutuo. Judios:  La ciudad principal de Judea era Jerusalén. Su importancia era, en primer lugar, religiosa: allí estaba el único templo judío del mundo, al que todos debían peregrinar por lo menos una vez al año.


I. LA ADORACIÓN A DIOS EN ESPÍRITU SIGNIFICA OFRECER ADORACIÓN "ESPIRITUAL"
En el pozo de Jacob, Jesús y la mujer samaritana discutieron el asunto de la adoración. Los samaritanos y los judíos diferían sobre donde debería adorarse (Juan 4:20). Los samaritanos creían que debían adorar en Gerizim. Los judíos entendían que debía ser en Jerusalén.  Sin embargo, podemos ver el contraste hecho por Jesús: Los judíos habían adorado correctamente al ir a Jerusalén, pero iba a venir el tiempo cuando el lugar donde adorar no sería algo importante.
Jesús dijo que llegaría el tiempo para un tipo diferente de adoración donde ésta no sería definida por un lugar determinado. En Juan 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre”, y en 4:24 le dijo: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y verdad es necesario que le adoren”.
Debemos recordar que el sistema de adoración de los judíos se caracterizaba por una serie de rituales físicos, tales como el ofrecimiento de ofrendas, los holocaustos, etc. En contraste con lo que es principalmente físico, la adoración que estaba por venir, de que hablaba Jesús, estaba más de acuerdo con la naturaleza de Dios.  Esta explicación es acorde a Juan 4:24: “Dios es espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” Jesús está diciendo: La adoración que ofrecemos a Dios debe ser "en espíritu", es decir, espiritual. Debe fluir desde nuestro espíritu, desde nuestro ser interior.

COMPONENTES DEL ESPÍRITU HUMANO
Para entender lo que Jesús le estaba revelando a esta mujer debemos recordar que el ser humano está conformado por tres elementos: cuerpo, alma y espíritu. Debemos conocer cómo funciona nuestro espíritu, como primer paso para ser uno de los verdaderos adoradores que Dios busca.
ü  (Juan 4:24). Dios es Espíritu.
ü  (Gén. 1:26). Dios creó al hombre a su imagen y semejanza.  
ü  (Sant. 2:26). Es decir, somos seres espirituales porque somos un espíritu,  no es que tenemos un espíritu, somos un espíritu.
ü  (1 Tes. 5:23). Somos un espíritu que interactúa con otras personas por medio del alma y a través el cuerpo.
ü  (Juan 3: 3-6). Nuestro espíritu es donde sucede el nuevo nacimiento, la nueva creación en Cristo Jesús.
ü  (Gál. 5:16). Tenemos que aprender a movernos en el mundo del espíritu, por medio del Espíritu Santo.
Los siguientes son algunas funciones del espíritu del hombre:

LA CONCIENCIA. Es la función del espíritu del hombre en donde se tiene el temor de Dios. Es el medio a través del cual podemos tener conocimiento del bien y del mal. Cuando el hombre peca continuamente la parte de Dios conectada a su conciencia, la cual es el temor de Dios, se aparta de él y esto produce endurecimiento de la conciencia. Esta se va haciendo cada vez mas insensible a la voluntad de Dios hasta que se cauteriza. (1 Tim. 4:1-3).

LA INTUICIÓN. Esta palabra no es bíblica, pero es reconocida en el ámbito cristiano. Son las antenas que conectan el mundo natural con el mundo espiritual. La intuición es el área sensitiva del espíritu humano y también es independiente de lo externo. Es ese conocimiento que nos llega sin ninguna ayuda del pensamiento, la emoción o la voluntad. "Sabemos"  por medio de nuestra intuición, y nuestra mente nos ayuda a comprender. Las revelaciones de Dios y todos los movimientos del Espíritu Santo son perceptibles para el creyente a través de la intuición. Es lo que nos hace sentir en un momento dado la presencia  del Espíritu Santo o de un demonio. Podemos sentir lo que pasa a nuestro alrededor con las personas o las circunstancias. En la intuición recibimos revelaciones de parte de Dios. Aquí se manifiesta la profecía, sabiduría, el discernimiento de espíritus y la ciencia.
Otras funciones del espíritu del hombre son la “mente del espíritu” (Col. 1:9), donde funcionan la inteligencia y sabiduría espiritual; los “sentidos del espíritu” (Heb. 5:14) y el “asiento de poder” (Ef. 3:20, Hech. 1:8), temas que no se profundizarán por no ser el objetivo de este estudio.

LA COMUNIÓN. Es la función o el área del espíritu en donde somos uno con Dios (Juan 17:21). Es donde se da lugar el nuevo nacimiento, la nueva creación en Cristo Jesús. (Juan 3: 3-6). Es donde empieza la regeneración y donde también somos vivificados por el Espíritu de resurrección. Es la función del espíritu que nos permite escuchar con claridad la voz de Dios. Es a través de la comunión que podemos ver y penetrar el mundo espiritual y donde se puede experimentar la gloria de Dios. Es allí donde vienen muchas visiones y revelaciones del Espíritu de Santo. Esta área funciona como el corazón o el área gobernante de nuestro ser espiritual. Es aquí donde es establecido el señorío de Cristo, el cual va a gobernar y dirigir nuestra vida. La comunión es la parte central del espíritu y donde se establece el lugar santísimo de nuestro templo. Es desde allí desde donde fluye la verdadera adoración, La adoración en espíritu.

Cuando Jesús le dijo a la mujer que llegaría el momento en que no adorarían al Padre ni en Gerizin, ni en Jerusalén, es decir, que no sería fundamental un lugar físico para adorar, estaba haciendo referencia a que el lugar para adorar a Dios sería establecido en nuestro espíritu. Hoy somos el templo de Dios, no un lugar para venir a adorar a Dios, sino un lugar desde donde se adora a Dios.
En el plano de lo físico, esto quiere decir que ahora podemos adorar en cualquier lugar, a diferencia de cómo lo hacían en el Antiguo Testamento. A partir de esta revelación podemos ver en la época de Jesús y en el Nuevo Testamento verdaderos adoradores adorando ya no en el templo físico o material, sino desde su templo, desde su corazón, en cualquier lugar físico: María, la hermana de Lázaro, adoró a Jesús en su casa en Betania, la mujer pecadora que adoró a Jesús en la casa de Simón, la multitud en la entrada triunfal de Jerusalén, los 120 en el aposento alto, Pablo y Silas en una cárcel de Filipos, etc.
La adoración en espíritu no procede del alma: Voluntad, mente o emociones, ésta es solo el vehículo para expresarla. Si nuestra adoración no fluye desde nuestro interior, desde nuestro espíritu, terminaremos cometiendo el error de muchos: confundiendo las expresiones de adoración con la verdadera adoración.

II. LA ADORACIÓN A DIOS EN VERDAD
Jesús le dijo a la mujer samaritana que llegaría el momento en que se ofrecería a Dios una adoración que estaba más de acuerdo con la verdad, con la realidad. Para entender esto, debemos tener en cuenta que muchos elementos de adoración que se llevaba a cabo en la época de Jesús eran simplemente una sombra o figura de lo que vendría.
La adoración del Antiguo Pacto, era una sombra o símbolos de la verdadera adoración. Los sacrificios de animales eran símbolo del sacrificio de todo nuestro ser que debemos presentar diariamente en adoración a Dios (Rom. 12:1); el sacerdocio levítico era símbolo del mejor sacerdocio que hoy tenemos (1 Pedro 2:5);  la fuente de bronce era símbolo de la limpieza que hoy hace la Palabra en nuestra vida (Efe. 5:25-26); el candelero era símbolo de la revelación que nos da el Espíritu Santo, especialmente cuando le adoramos (1 Cor. 12:7-8); el altar del incienso ara símbolo de las oraciones que elevamos a Dios (Apoc. 5:8); el lugar santísimo, en el que entraba solo el sumo sacerdote una vez al año, era símbolo de la presencia de Dios a la que hoy podemos entrar con plena libertad (Heb. 4:16); la sangre depositada en el propiciatorio para hacer expiación por los pecados del pueblo era símbolo de la sangre de Cristo que nos da libre acceso a la presencia de Dios (Heb. 9:11-12).
La adoración del Nuevo Pacto está de acuerdo a la verdadera realidad. El énfasis ya no está en lo que eran símbolos o una sombra de las cosas por venir (La Ley), sino en lo que es verdad o real. El rey David recibió la revelación de la adoración en verdad y la estableció en el tabernáculo de Sión. En el Salmo 132:13 dice que este fue el tipo de adoración que el escogió, en lugar de la adoración mosaica (Salmo 78:60). La adoración en verdad es la forma como Dios quiere que se le adore, con música, con cantos, gritos, con alegría, con danza, vidas rendidas a Él, etc.
Para que nuestra adoración sea conforme a la verdad de que Jesucristo reveló a la mujer samaritana, y que había sido revelada al rey David siglos atrás, se deben cumplir cuatro aspectos:

1. Debe ser adoración que corresponde a la verdad de nuestra condición interior. Los fariseos violaron este principio. (Marcos 7.6-7). La adoración no es algo simplemente exterior, como el movimiento los labios ante Dios. Cuando lo que hacemos en la adoración deja de ser una expresión de lo que realmente está en nuestros corazones, deja de ser una adoración verdadera.
2. Debe ser adoración que se enfoca en la persona y la obra de Jesucristo, quien es la verdad. (Juan 14.6; Filipenses 3.3).
3. Debe ser adoración fundamentada en la verdad de la Escritura, a través de la cual Dios nos revela su naturaleza, su carácter y sus deseos.
4. Debe ser adoración fundamentada en el Espíritu, es decir, en la guía del Espíritu Santo.


CONCLUSIÓN:
La adoración es como un motor de dos cilindros que opera con la mezcla: espíritu y verdad.

La verdadera adoración ocurre cuando le adoramos a su manera, no a la nuestra. Dios mismo, no nosotros, define la manera en que debemos adorarle. Mucha gente adora a Dios a su manera. Los verdaderos adoradores adoran al Señor a la manera de Dios y él desea ser adorado en una manera que utiliza los dos elementos de “espíritu y verdad”. Jesús dice algo importante en Juan 4: 23-24: El Padre busca adoradores verdaderos. El Padre busca un pueblo adorador. ¿Qué es un verdadero adorador? El que adora a Dios como él nos instruye: en espíritu y en verdad.