sábado, 23 de abril de 2011

¿Quién soy? Mi identidad como Adorador

¿Quién soy yo? Es probablemente la pregunta más desconcertante, profunda, difícil, emocionante e interesante que nos podemos hacer.
La pregunta ¿Quién soy? se refiere a mi identidad. La identidad es la forma como yo me percibo, el concepto que tengo de mi mismo, como me veo. Cuanto valgo yo, cuánto vale mi vida.
La identidad es una cualidad clave que Dios planeó para que fueran impartidas y establecidas correctamente en todas las personas.

1. La pérdida de nuestra identidad: Lo que hicieron de mí.
Nuestra vida adulta se establece a través de esta impartición de identidad que recibimos de otros individuos, primeramente de la genética de nuestros padres, en el momento en que fuimos concebidos.
Es sabido que los primeros años de vida de un niño y cómo los viva son decisivos en la formación de su personalidad, dado que es en esos años que ésta se estructura. Es en su núcleo familiar en donde el individuo recibe los primeros modelos de identificación, con los cuales irá edificando su ser: Primeramente de la aceptación o rechazo de sus padres, luego de parte los demás miembros del hogar (hermanos y demás vivientes), después de su medio ambiente y más adelante del sistema educativo. A muchos adultos los manejan las vivencias que tuvieron de niños, es decir, lo que recibimos en la infancia determina lo que somos hoy.
Cuando un individuo nace es como un computador que tiene el disco duro en blanco y toda la información que los padres ponen desde el momento de la concepción va llenando ese disco duro y dependiendo de la información con la que hemos sido moldeados por ellos y demás personas de nuestro entorno podemos responder a la pregunta: ¿Quién soy? La manera como respondamos a esta pregunta determinará la forma como reaccionemos ante las circunstancias de la vida. Es por eso que dos personas no reaccionan de la misma manera ante una situación, porque ambas tienen una información diferente en su mente.

2. La pérdida de nuestra identidad: Lo que hice de mí.
Ahora, debemos recordar que el diablo es nuestro enemigo y quiere destruirnos a como de lugar. El mensaje que el diablo desea impartirte acerca de tu identidad es: No vales nada, ni siquiera deberías existir. Algo está realmente mal contigo, eres un don nadie. Cuantas personas se han suicidado porque han creído a las mentiras del diablo acerca de su identidad. Si Satanás es capaz de establecer sus mentiras de identidad en nosotros, entonces ha logrado establecer un sistema para gobernar nuestra vida, que prácticamente se va a manejar solo, es una maquinación efectiva de destrucción de vidas. En el momento en que yo acepté y creí esas mentiras, las hice parte de mí y empecé a conducirme de acuerdo a ellas. Mi personalidad, mi identidad, estará delineada por lo que otros, entre ellos santanas, formaron en mí

3. Mi verdadera identidad: Quien dice Dios que soy.
Salmo 139: 13-16: Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre.  ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!
Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos.
La buena noticia es que Dios quiere impartir en nosotros su identidad. Dios quiere formatear nuestro disco duro y cambiar el concepto que tenemos de nosotros mismos. Sabes cuál es el concepto que tiene Dios de nosotros: Tú eres muy valioso para mí y vales la vida de mi hijo Jesucristo. Tanto te amo que entregué a mi hijo por ti. Tú eres alguien, No eres un error, eres mi creación. Desde la fundación del mundo yo había planeado tu existencia y lo que tú harías en esta tierra. Tienes un propósito, eres un éxito como persona y estás perfectamente equipado para llevar a cabo mi propósito. No tu propósito, sino mi propósito. (Salmo 138: 8).
J  Soy hijo de Dios. Juan 1:12
J  Soy amigo de Dios. Juan 15:15
J  Soy elegido por Cristo para llevar su fruto. Juan 15:16
J  Soy siervo de la justicia. Rom. 6:18
J  Soy coheredero con Cristo, compartiendo su herencia con Él. Rom. 8:17
J  Soy templo, morada de Dios. Su Espíritu y su vida moran en mí. Estoy unido con el Señor. Soy miembro del cuerpo de Cristo. 1 Cor. 3:16, 6:17-19
J  Soy una nueva creación. 2 Cor. 5:17, nacido de Dios. 1 Juan 5:18
J  Soy hijo de Dios y uno con Cristo. Gál. 3:16,28
J  Soy un santo. Ef. 1:1
J  Soy justo. Ef. 4:24
J  Soy ciudadano del cielo, sentado en el cielo ahora mismo. Fil. 3:20
J  Soy la expresión de la vida de Cristo, porque Él es mi vida. Col. 3:4
J  Soy escogido de Dios, santo y amado. Col. 3:12
J  Soy hijo de luz y no de oscuridad. Col. 3:12
J  Soy santo, partícipe del llamamiento celestial. Heb. 3:1
J  Soy miembro del linaje escogido, un real sacerdocio, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios. 1 Pedro 2:9-10

4. Mi identidad como adorador: Soy original y auténtico.
El diccionario DRAE define identidad como: Conjuntos de rasgos propios de un individuo que lo caracteriza frente a los demás. Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a los demás.
En este tiempo donde la imitación es el camino más transitado caben las preguntas: ¿Cuan auténtico es mi corazón? ¿Qué tan genuinas son mis expresiones de adoración y alabanza? ¿Qué tan cierta y real es mi devoción pública? ¿Qué tan mía es la forma como yo adoro a Dios?
Como adorador debo ser único, auténtico, genuino y veraz. Sin superficialidades, sin imitaciones. Esto solo será posible cuando mi corazón sea sanado de todas las heridas de mi pasado, cuando yo me vea a mi mismo como Dios me ve y cuando yo aprenda a adorar a Dios desde la perspectiva de una relación íntima con Él, en donde aprenderé a adorarlo como Él quiere que yo le adore.

martes, 22 de febrero de 2011

FLUYENDO EN LA ALABANZA CON CÁNTICOS ESPONTÁNEOS

Colosenses 3:16 dice: “La Palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con Salmos e himnos y cánticos espirituales.” Esta podría ser la definición de algunos términos relacionados en este pasaje bíblico:
Salmo: Es un canto de las escrituras que se interpretaba con su correspondiente música. Un ejemplo de ellos es el libro de los Salmos.
Himno: Canto de composición humana, con la ayuda creativa del Espíritu Santo.
Cánticos Espirituales: Canción espontánea, nunca ensayada, que el espíritu inspira en algunas personas. Algunas de sus características son:
ü  Generalmente son individuales, únicos para cada persona.
ü  Requieren iniciativa personal.
ü  Liberan el mensaje que Dios tiene para ese momento.
ü  Se pueden manifestar llegando a un clímax de verdadera gloria sobrenatural en la adoración. En ese punto los ríos del Espíritu pueden manifestarse de múltiples maneras, como por ejemplo: profecía, palabras de ciencia, dones de sanidad, liberación, etc.
Tipos de Cánticos Espontáneos:
Cánticos Nuevos de Alabanza: Como su nombre lo indica, son cantos de alabanza a nuestro Dios. Muchos ejemplos de esos cantos los encontramos en el libro de los Salmos. Son cantos que exaltan a Jesús. Es tal la importancia de los cánticos nuevos, que aun en el cielo los 144.000 cantarán uno delante del Cordero. (Apoc. 14: 1-3). Ver también Salmos 40:3, 42:8b, 149:1 y Job 35:10.
El Cántico del Señor o Cántico Profético: Es profecía expresada en canto que tiene el propósito de edificar, exhortar y consolar al cuerpo de Cristo. (1 Cor. 14:3). Es importante notar que este cántico lo pone Dios mismo en el corazón y en la boca de sus hijos, no es de inspiración humana. Este cántico está formado por dos elementos: La profecía, que es el ingrediente divino y la música, medio por el cual se expresa ese factor divino. La adoración profética no es algo nuevo, los Salmos son un gran ejemplo de adoración profética, que revelan el futuro y que también revelaron a Jesús.
Otros ejemplos los encontramos en 2 Reyes 3:15 Eliseo dijo: “Tráeme un músico, y mientras el arpista tocaba, la mano del Señor vino sobre Eliseo.” 1 de Crónicas 25:3 habla de los hijos de Jedutún. Se dice que profetizaban con el arpa, agradeciendo y alabando al Señor. Moisés, David y otros personajes bíblicos expresaron cantos proféticos.
Cántico de Liberación: Es una canción profética de sanidad, liberación y restauración. En este cántico opera comúnmente el don de palabra de ciencia, porque revela una necesidad o condición específica en el cuerpo de Cristo e instantáneamente sanidades y hechos extraordinarios pueden ser manifestados. El Salmo 32:7 dice: “Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con cánticos de liberación me rodearás.”
Cántico de Guerra. Es una palabra profética cantada contra principados, poderes y gobernadores de las tinieblas en los lugares celestiales. Son declaraciones proféticas del futuro inmediato de nuestros enemigos. Isaías 30: 29, 30, 32 dice: Vosotros tendréis cántico como de noche en que se celebra pascua, y alegría de corazón, como el que va con flauta para venir al monte de Jehová, al Fuerte de Israel. Y Jehová hará oír su potente voz, y hará ver el descenso de su brazo, con furor de rostro y llama de fuego consumidor, con torbellino, tempestad y piedra de granizo. Y cada golpe de la vara justiciera que asiente Jehová sobre él, será con panderos y con arpas; y en batalla tumultuosa peleará contra ellos.”
Cántico del desposado (Jesús) y la desposada (Iglesia): Es una conversación amorosa cantada entre Jesús y su Iglesia. En ella se puede expresar toda la pasión del amor y el sentimiento que produce el estar con el ser amado. Jeremías 3:11: “Ha de oírse aun voz de hozo y de alegría, voz de desposado y voz de desposada, voz de los que digan: Alabad a Jehová de los ejércitos, porque Jehová es bueno, porque para siempre es su misericordia; voz de los que traigan ofrendas de acción de gracias a la casa de Jehová. Porque volveré a traer los cautivos de la tierra como al principio, ha dicho Jehová.”
Para ver algunos ejemplos de cánticos proféticos y adoración profética dar clic a estas direcciones:
http://www.youtube.com/watch?v=HYv1Cb01Iec
http://www.youtube.com/watch?v=j8Xh5-1nBtc

lunes, 21 de febrero de 2011

COMO DIRIGIR LA ALABANZA CON EL FLUIR DEL ESPÍRITU SANTO

Dios quiere tener un encuentro con su pueblo en los servicios de alabanza. Él está buscando un lugar, corazones en donde pueda hacer reposar su presencia. Nuestra responsabilidad como ministros de alabanza es preparar todo lo que esté a nuestro alcance para “ayudar” a Dios a lograr ese propósito. Es como si nosotros fuéramos los organizadores de un encuentro entre dos personas y tenemos que preparar cada detalle para contribuir a que ese encuentro sea excepcional. 

El Servicio de alabanza no puede ser algo improvisado, ni planeado unos minutos antes. Debe ser el resultado de: Oración (yo hablo), Revelación (Dios habla), Preparación (yo hago mi parte) y Dirección (Dios hace su parte).


1. Orando. Solo veremos a Dios obrando por medio de nosotros cuando cubrimos con oración todo lo que hacemos para Él.

Si queremos cantar o tocar proféticamente, esto es algo que solo lo encontraremos en el lugar donde habita Dios: En el corazón de un adorador. Es allí donde escuchamos su voz para convertirnos en sus portavoces.

Como líderes de alabanza hemos aprendido que tenemos que buscar lo que hay en el corazón de Dios para ministrar a su pueblo en cada servicio y esto solo lo obtenemos en intimidad con Él. (Mat. 7:7-11).

A partir del momento en que nos disponemos a buscar “lo de Dios” para el servicio de alabanza, debemos afinar nuestros ojos y nuestros oídos espirituales para escuchar lo que Dios nos hable. Debemos ser sensibles para identificar la forma como Dios hablará o el medio que Él utilizará para hacerlo. Dios puede hablar a nuestra mente, a nuestros oídos, por medio de una visión o un sueño, por un sentir que pone en nuestro corazón, al recordarnos un pasaje bíblico, o haciéndonos recordar un hecho del pasado, por medio de una conversación con otra persona, por un sentimiento persistente, en fin de cualquier manera que tenga a bien escoger. Lo importante es discernir su voz.


2. Interpretando Correctamente lo que nos es Revelado. Dios puede mostrar su propósito con suficiente anticipación, pero en el transcurso de la alabanza Él puede revelarnos nuevas cosas. Recordemos que Dios nos da su revelación en parte (1 Cor. 13:9). Normalmente Él anticipadamente nos da el “que” y se reserva para después el “como” hará lo que nos ha dicho.

¿Qué hacer con las revelaciones que recibimos de Dios? Solo hay una respuesta a esta pregunta: Interpretarlas. La interpretación contesta a la pregunta ¿Qué significa la revelación? Debemos procesar en nuestra alma lo que recibimos en nuestro espíritu, para poder llevarlo al plano físico o material.

Una vez tengamos claridad de lo que significa la revelación, debemos saber qué debemos hacer con ella y cómo debemos hacerlo. Debemos pedir la sabiduría de Dios para saber cómo proceder con lo que nos ha sido revelado. Ahora, es claro que si Dios nos revela algo durante el servicio de adoración, todo ello debe suceder en segundos, por lo cual es imperativo que practiquemos el “oír a Dios” y el ser guiados por Él.

Una vez conozcamos el “qué y el cómo”, podemos expresarlo verbalmente haciendo declaraciones proféticas, proclamaciones, orar por lo que Dios ha mostrado, profetizando, con cánticos espontáneos, etc. Preferiblemente, no debemos compartir la revelación con el pueblo si no tenemos la interpretación. En la alabanza profética es más provechoso hacer énfasis en la interpretación que en la revelación misma.


3. Preparándonos. Es lo que debemos hacer desde el momento en que conocemos el propósito de Dios hasta el culto de alabanza:

ü     Embarazarnos de lo que nos ha sido revelado. Llenarnos de la Palabra revelada. Caminar todo el tiempo previo a la ministración con el propósito de Dios en mente.
ü     Hacer un estudio bíblico sobre el tema. Seleccionar textos bíblicos.
ü     Damos de lo que somos, del resultado de nuestra intimidad con el Señor.
ü     Debo experimentar primeramente en mi vida y en la vida del equipo lo que Dios va a hacer con la congregación, para ministrar con poder y autoridad. Ministramos con autoridad solo lo que ya hemos experimentado.
ü     Escoger y ensayar las canciones.
ü     El ensayo debiera ser una ministración para el equipo de alabanza.

4. Dándole al Espíritu la Dirección del Culto. Tiene que llegar el momento en que tengamos una verdadera muerte a nosotros mismos para que en realidad todo pueda ser dirigido por el jefe del culto: El Espíritu Santo. Tenemos que dar el control al Espíritu Santo y confiar en Él. (2 Cor. 3:17). Donde está el Espíritu Santo y se le permite ser el Señor, cuando se le da pleno derecho o libertad de hacer lo que le plazca, cuando no se le limita, entonces Él va a moverse haciendo cosas maravillosas en medio del pueblo y va obrar dando libertad para adorar a Jesús.

Teniendo en cuenta que adoración profética es identificar el viento del Espíritu y fluir con Él, durante la alabanza profética el Espíritu Santo puede guiarnos a través de la música para llevar al pueblo a un punto de encuentro con Dios. El líder de alabanza debe ser lo suficientemente sensible e identificar cuando el Espíritu está fluyendo a través de los instrumentos musicales e ir en la dirección indicada. Esto puede ser: ministrar con guerra espiritual, intercesión, sanidad, perdón, limpieza, etc.

A veces el líder puede estar cantando una canción y le viene algo a la mente. Eso puede ser lo que hay en el corazón de Dios para ese momento, es así como Él puede escoger revelarse. Depende del líder cambiar la dinámica del servicio e ir en la dirección que Dios le ha mostrado o seguir con su plan.

Alabar proféticamente es como caminar por una cuerda floja. El secreto para no caerse es no mirar para abajo sino hacia adelante. De la misma manera, al entrar en el fluir profético debemos mantener nuestra mente en Dios, enfocados en lo que nos está hablando. Si nos distraemos, podemos “caernos”, y perderemos el fluir de Dios.

Es importante saber que con cada movimiento del Espíritu Santo la carne quiere involucrarse. Debe ser parte de nuestro aprendizaje saber discernir la fuente de lo que oímos o vemos.

Teniendo en cuenta el principio bíblico: “dad y se os dará”, pienso que se debe dividir la ministración en dos partes: Adorar a Dios y ministrar al pueblo. Primero le ofrendamos alabanza y adoración, luego pedimos y recibimos.

lunes, 14 de febrero de 2011

COMUNICÁNDONOS CON DIOS: REQUISITO PARA LA ALABANZA PROFÉTICA

Moverse proféticamente en la adoración es discernir la dirección del Espíritu Santo, moverse con el conocimiento de su deseo momento a momento y dirigir al pueblo de Dios a una participación profunda en la alabanza.
Muchas veces nuestra relación con Dios se centra en un monólogo en donde hablamos, hablamos y hablamos y nunca escuchamos lo que Dios nos está diciendo. Si queremos ser adoradores proféticos, se hace absolutamente necesario que aprendamos a oír a Dios. De hecho…
Dios quiere que le oigamos. (Heb. 1: 1-2, 3:7-8).
La palabra de Dios nos enseña que El habló ayer, habla hoy y seguirá hablando. Su deseo es comunicarse con nosotros. La comunicación es parte de su ser. La naturaleza de Dios es hablar con su creación. El comunica sus deseos, planes, el presente y el futuro, porque eso es parte inherente de su personalidad.
Debemos recordar que en el momento de la salvación, en el corazón del hombre ocurre una renovación completa que le devuelve la habilidad de oír nuevamente la voz de Dios, como un día la oía Adán en el huerto del Edén. Un corazón que puede oír, entender y cumplir la Palabra. Todo ello porque tenemos un espíritu, que es el medio por el cual nos comunicamos con Dios, porque Dios es espíritu.
Cuando pongamos esto en práctica, nuestro espíritu estará listo para caminar en lo sobrenatural. Nuestro espíritu fue renovado y hecho nuevo por medio del nuevo nacimiento. Por lo tanto, todo nuevo creyente puede oír a Dios y caminar en lo sobrenatural.
Asimismo, como vimos en la clase anterior, si queremos ser proféticos en nuestras ministraciones de alabanza, se hace necesario que aprendamos a oír a Dios, a discernir su voz, pero mas aun a obedecerle.
De igual manera, debemos tener presente que cuando Dios habla, somos libres para obedecer o para endurecer nuestros corazones al querer hacer nuestra voluntad y no la suya; pero, también debemos saber que cuando endurecemos nuestro corazón, Dios nos deja, y perdemos la oportunidad de verle a Él obrando en medio del pueblo.

¿Cómo nos habla Dios?
1. Oyendo:
Cuando hablamos de oír, mas que un oír físico, es un oír espiritual. Nuestro espíritu tiene un oído espiritual, al igual que nuestro cuerpo tiene un oído físico, y es el medio por el cual el Señor regularmente nos habla.
1.1 Puede ser audible, como oír cualquier voz. (Es la menos frecuente). Luc. 3:21-22, Núm. 12:6-8; 1 Reyes 19:11-13, Heb. 12:18-19.
1.2 Puede ser audible, solo para nuestros oídos. (1 Sam. 3:1-4).
1.3 Puede ser una voz audible interna. No se escucha con los oídos físicos, sino con la mente, en la cual Dios puede poner sus pensamientos.
1.4 Puede ser un pensamiento que llega del Espíritu Santo al espíritu humano. Escuchamos con nuestros oídos espirituales.

2. Viendo: En la Biblia se registran 122 sueños, 101 visiones y 4 trances o éxtasis.
2.1 Imágenes Mentales: (Juan 1:48) Son cuadros mentales dados por medio del E.S. al espíritu  humano. Algunos son instantáneos y otros se desarrollan progresivamente.
2.2 Visiones: (Hech. 2:17, 7:55-56, 2 Reyes 6:17). Algo que se ve en estado consciente o en un éxtasis. Una aparición sobrenatural que trae consigo revelación. Suceden con la persona despierta, sus ojos espirituales son abiertos.
2.3 Sueños: Hech. 18:9-10, Gén. 20:3, Núm. 12:6, Daniel 7:2. Serie de escenas, imágenes o sucesos que se presentan en la mente mientras uno duerme (visión nocturna). Una de las características de los sueños es el lenguaje simbólico.
2.4 Trance o éxtasis: Los sentidos físicos son trastornados y se entra en un estado de suspensión o la inhabilidad de actuar.  Hech. 10:9-10; 22:17.
Los sueños y las visiones deben ser una parte normal de la vida de la Iglesia. (Hechos 2:17-18). No todos los sueños y las visiones son de Dios, pero tenemos que tener la capacidad de discernir.

3. Sintiendo.
3.1 Impresiones. Es un sentir físico o para algunos un conocimiento profundo. Esto también es conocido como el “testimonio del Espíritu”. Las impresiones son el sentir de que debemos hacer algo o de que algo es verdad. Dios usa las impresiones o el sentir para guiarnos. Neh. 7:5; Hechos 14:9.
3.2 Un Saber. Es la revelación divina de algo que simple y llanamente sabemos. Algo que nos llega repentinamente. (Juan 4:18).
Las impresiones difieren de los saberes en que son menos confiables.


¿Cómo oír la voz de Dios?
El oír la voz de Dios debe ser una práctica diaria y normal en la vida del cristiano. Prov. 20:12. Nuestra habilidad de escuchar la voz de Dios no está basada en nuestra propia justicia, sino en su gracia. Un ejemplo de ello fueron Adán, Cain, David, quienes pecaron y a pesar de ello oyeron a Dios. Cuatro ejercicios indispensables para desarrollar esta habilidad son:
El ayuno y la oración. El ayuno crea gran sensibilidad en nuestro espíritu para oír la voz de Dios.

El orar abundantemente en el espíritu. Cuando oramos en lenguas, nuestro espíritu se edifica y se desarrolla. Debemos procurar orar consistentemente en lenguas todos los días, y después de cierto tiempo veremos como algo le sucederá a nuestro espíritu: se volverá sensible a la voz del Señor.
Meditar en la palabra de Dios. El meditar la Palabra nos ayuda a confirmar si lo que oímos es de Dios. Un buen ejercicio es tomar un versículo de la Biblia diariamente y memorizarlo, meditarlo y hablarlo para sí mismo.
El uso. Cuando continuamente estamos utilizando los sentidos para oír al Señor, aprendemos a identificar su voz. Cualquier don espiritual es desarrollado cuando lo usamos o lo practicamos a menudo. (Hebreos 5:14).
Cuando nos ejercitamos continuamente en oír a Dios, nos familiarizamos con su voz y se cumple en nosotros lo que Jesús dijo en Juan 10.27: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen". Escuchar la voz de Dios, es un ejercicio que debemos practicar continuamente para poder desarrollar la capacidad de discernir su voz de las otras voces. El hombre fue creado para oír la voz de Dios, y por esta razón, debería ser fácil para nosotros oírle a menudo.

¿Por qué apagamos la voz de Dios?
Una de las razones por las cuales Dios deja de hablar a muchos creyentes, es porque no están dispuestos a obedecer. Una buena pregunta que debemos hacernos es, ¿cuándo fue la última vez que el Señor me habló y no hice lo que Él me pidió? Cuando lo recuerde, arrepiéntase, pida perdón a Dios, y verá que pronto, él le volverá a hablar. Cuando somos obedientes, Dios nos habla.
La palabra obediencia implica dos cosas en el griego: "akouo" que significa oír para obedecer, y "bupakouo ", que significa persuadir, escuchar, oír para hacer. En esencia, obediencia es oír con oídos espirituales y poner por obra lo que Dios nos ordene hacer.
Algunas veces, Dios nos pedirá hacer cosas que van en contra de nuestro razonamiento, que no serán fáciles de hacer, pero tenemos que estar dispuestos a obedecer, a pesar del lugar, las circunstancias o las personas. Si deseamos oír su voz, la obediencia es la clave para lograrlo. Es mejor equivocarse pensando que estamos obedeciendo a Dios, que quedarnos estáticos sin hacer nada.

lunes, 7 de febrero de 2011

MINISTRANDO PARA DIOS O CON DIOS - MINISTRANDO ALABANZA PROFÉTICA

La adoración genuina y de corazón hace que Dios se pasee en medio de su pueblo. Nuestra ofrenda de adoración a Dios hace que su mano se extienda a favor nuestro, ya que Él se mueve en medio de nuestras alabanzas (Salmo 22:3), trayendo sanidad, liberación, restauración, edificación, etc. Este es el resultado de ministrar para Dios.

Como líderes de alabanza se hace necesario que aprendamos a ministrar “para Dios”, pero es igualmente importante aprender a ministrar  “con Dios”.

En su definición básica, la adoración profética es cantar, hablar o actuar bajo la inspiración del Espíritu Santo (ministrar con Dios), y a su vez ofrecer nuestra entrega total en adoración a Dios (ministrar para Dios). Lo primero es el resultado de practicar lo segundo.

La adoración profética es el fruto de dos elementos que debemos implementar en nuestro devocional diario: intimidad y espontaneidad.

Los siguientes lineamientos son una guía que nos ayudarán a lograr lo antes expuesto.

ü      Dios tiene un propósito con su pueblo en cada reunión. (Salmo 138:8). Así como el predicador antes de predicar debe conocer lo que hay en el corazón de Dios de antemano, para preparar su sermón, así también el líder de alabanza de conocer el propósito de Dios para cada ministración de alabanza antes de ministrar.

ü      Es responsabilidad del líder de alabanza identificar ese propósito. Su oración aun antes del ensayo debería ser: Señor, ¿Que quieres hacer en la reunión de alabanza? y ¿Cómo vas a ministrar?

ü      Tenemos que tener nuestros oídos abiertos para escuchar a Dios días antes del ensayo, con el fin de conocer el propósito de Dios. Nuestros oídos tienen que estar también muy sensibles durante la ministración, para identificar el fluir de Dios. Esto es: escuchar a Dios para ministrar al pueblo de Dios.

ü      Una vez identificado el propósito de Dios se deben seleccionar coros acordes a ese propósito. Igualmente, se deben tener a la mano pasajes de la Palabra con los cuales se puede enfatizar el tema que Dios quiere ministrar a su pueblo.

ü      El líder de alabanza debe identificar y caminar en el momento profético, en el “kairos” de Dios en la ministación de alabanza. “Kairos = Oportunidad favorable. El momento apropiado, algo que solo dura por un poco de tiempo. Una oportunidad dada por Dios que se ofrece en un momento especifico en el tiempo”. Debe actuar en momento preciso en que Dios quiere hacer algo. Muchas bendiciones pueden pasar de largo si no tenemos suficiente sensibilidad espiritual para escuchar a Dios.

ü      Los músicos y cantantes deben identificar el fluir profético en la adoración para apoyar la ministración del líder de alabanza y de esta manera caminar todos en la misma dirección.

La adoración profética es la adoración que es guiada por el Espíritu Santo, lo cual debe ser algo muy simple para nosotros. Creemos que si algo no es complicado, no es lo suficientemente bueno. Pero cuando estemos dispuestos a pasar tiempos de intimidad con El, nos daremos cuenta de lo simple que es adorar a Dios de esta manera, pero también del poder que ese tipo de adoración puede desencadenar sobre nuestra vida y sobre el pueblo de Dios.