sábado, 23 de abril de 2011

¿Quién soy? Mi identidad como Adorador

¿Quién soy yo? Es probablemente la pregunta más desconcertante, profunda, difícil, emocionante e interesante que nos podemos hacer.
La pregunta ¿Quién soy? se refiere a mi identidad. La identidad es la forma como yo me percibo, el concepto que tengo de mi mismo, como me veo. Cuanto valgo yo, cuánto vale mi vida.
La identidad es una cualidad clave que Dios planeó para que fueran impartidas y establecidas correctamente en todas las personas.

1. La pérdida de nuestra identidad: Lo que hicieron de mí.
Nuestra vida adulta se establece a través de esta impartición de identidad que recibimos de otros individuos, primeramente de la genética de nuestros padres, en el momento en que fuimos concebidos.
Es sabido que los primeros años de vida de un niño y cómo los viva son decisivos en la formación de su personalidad, dado que es en esos años que ésta se estructura. Es en su núcleo familiar en donde el individuo recibe los primeros modelos de identificación, con los cuales irá edificando su ser: Primeramente de la aceptación o rechazo de sus padres, luego de parte los demás miembros del hogar (hermanos y demás vivientes), después de su medio ambiente y más adelante del sistema educativo. A muchos adultos los manejan las vivencias que tuvieron de niños, es decir, lo que recibimos en la infancia determina lo que somos hoy.
Cuando un individuo nace es como un computador que tiene el disco duro en blanco y toda la información que los padres ponen desde el momento de la concepción va llenando ese disco duro y dependiendo de la información con la que hemos sido moldeados por ellos y demás personas de nuestro entorno podemos responder a la pregunta: ¿Quién soy? La manera como respondamos a esta pregunta determinará la forma como reaccionemos ante las circunstancias de la vida. Es por eso que dos personas no reaccionan de la misma manera ante una situación, porque ambas tienen una información diferente en su mente.

2. La pérdida de nuestra identidad: Lo que hice de mí.
Ahora, debemos recordar que el diablo es nuestro enemigo y quiere destruirnos a como de lugar. El mensaje que el diablo desea impartirte acerca de tu identidad es: No vales nada, ni siquiera deberías existir. Algo está realmente mal contigo, eres un don nadie. Cuantas personas se han suicidado porque han creído a las mentiras del diablo acerca de su identidad. Si Satanás es capaz de establecer sus mentiras de identidad en nosotros, entonces ha logrado establecer un sistema para gobernar nuestra vida, que prácticamente se va a manejar solo, es una maquinación efectiva de destrucción de vidas. En el momento en que yo acepté y creí esas mentiras, las hice parte de mí y empecé a conducirme de acuerdo a ellas. Mi personalidad, mi identidad, estará delineada por lo que otros, entre ellos santanas, formaron en mí

3. Mi verdadera identidad: Quien dice Dios que soy.
Salmo 139: 13-16: Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre.  ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!
Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos.
La buena noticia es que Dios quiere impartir en nosotros su identidad. Dios quiere formatear nuestro disco duro y cambiar el concepto que tenemos de nosotros mismos. Sabes cuál es el concepto que tiene Dios de nosotros: Tú eres muy valioso para mí y vales la vida de mi hijo Jesucristo. Tanto te amo que entregué a mi hijo por ti. Tú eres alguien, No eres un error, eres mi creación. Desde la fundación del mundo yo había planeado tu existencia y lo que tú harías en esta tierra. Tienes un propósito, eres un éxito como persona y estás perfectamente equipado para llevar a cabo mi propósito. No tu propósito, sino mi propósito. (Salmo 138: 8).
J  Soy hijo de Dios. Juan 1:12
J  Soy amigo de Dios. Juan 15:15
J  Soy elegido por Cristo para llevar su fruto. Juan 15:16
J  Soy siervo de la justicia. Rom. 6:18
J  Soy coheredero con Cristo, compartiendo su herencia con Él. Rom. 8:17
J  Soy templo, morada de Dios. Su Espíritu y su vida moran en mí. Estoy unido con el Señor. Soy miembro del cuerpo de Cristo. 1 Cor. 3:16, 6:17-19
J  Soy una nueva creación. 2 Cor. 5:17, nacido de Dios. 1 Juan 5:18
J  Soy hijo de Dios y uno con Cristo. Gál. 3:16,28
J  Soy un santo. Ef. 1:1
J  Soy justo. Ef. 4:24
J  Soy ciudadano del cielo, sentado en el cielo ahora mismo. Fil. 3:20
J  Soy la expresión de la vida de Cristo, porque Él es mi vida. Col. 3:4
J  Soy escogido de Dios, santo y amado. Col. 3:12
J  Soy hijo de luz y no de oscuridad. Col. 3:12
J  Soy santo, partícipe del llamamiento celestial. Heb. 3:1
J  Soy miembro del linaje escogido, un real sacerdocio, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios. 1 Pedro 2:9-10

4. Mi identidad como adorador: Soy original y auténtico.
El diccionario DRAE define identidad como: Conjuntos de rasgos propios de un individuo que lo caracteriza frente a los demás. Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a los demás.
En este tiempo donde la imitación es el camino más transitado caben las preguntas: ¿Cuan auténtico es mi corazón? ¿Qué tan genuinas son mis expresiones de adoración y alabanza? ¿Qué tan cierta y real es mi devoción pública? ¿Qué tan mía es la forma como yo adoro a Dios?
Como adorador debo ser único, auténtico, genuino y veraz. Sin superficialidades, sin imitaciones. Esto solo será posible cuando mi corazón sea sanado de todas las heridas de mi pasado, cuando yo me vea a mi mismo como Dios me ve y cuando yo aprenda a adorar a Dios desde la perspectiva de una relación íntima con Él, en donde aprenderé a adorarlo como Él quiere que yo le adore.