lunes, 4 de octubre de 2010

LA ADORACIÓN EN ESPÍRITU Y EN VERDAD (JUAN 4:23-24)


¿Qué significa adorar al Padre en espíritu y en verdad? Muchos dicen que adorar a Dios en espíritu significa adorar guiados por el Espíritu Santo y adorarlo en verdad significa  adorar a Dios como Él guía en Su Palabra. Pero eso no es lo que Jesús le dijo a la mujer samaritana. Si "en espíritu y en verdad" no significa "adorar guiados por el Espíritu Santo y en armonía con la Palabra de Dios", entonces, ¿qué significa?
Antes de seguir es importante recordar el contexto político-religioso de Palestina en los tiempos del Nuevo Testamento. Para la época de Jesús los israelitas se habían dividido en tres subculturas: Galileos: Por haberse fusionado la población con extranjeros, no judíos de religión, los galileos no eran bien vistos por los judíos fervientes, que llamaban a la región "Galilea de los gentiles”. Samaritanos: Los samaritanos eran seguidores de la Ley, admitían sólo el Pentateuco, rechazaban el resto de los libros del Antiguo Testamento y no reconocían a Jerusalén como centro religioso. Ellos tenían su templo en el monte Gerizín, en Síquén. Entre ellos y los judíos existía un odio mutuo. Judios:  La ciudad principal de Judea era Jerusalén. Su importancia era, en primer lugar, religiosa: allí estaba el único templo judío del mundo, al que todos debían peregrinar por lo menos una vez al año.


I. LA ADORACIÓN A DIOS EN ESPÍRITU SIGNIFICA OFRECER ADORACIÓN "ESPIRITUAL"
En el pozo de Jacob, Jesús y la mujer samaritana discutieron el asunto de la adoración. Los samaritanos y los judíos diferían sobre donde debería adorarse (Juan 4:20). Los samaritanos creían que debían adorar en Gerizim. Los judíos entendían que debía ser en Jerusalén.  Sin embargo, podemos ver el contraste hecho por Jesús: Los judíos habían adorado correctamente al ir a Jerusalén, pero iba a venir el tiempo cuando el lugar donde adorar no sería algo importante.
Jesús dijo que llegaría el tiempo para un tipo diferente de adoración donde ésta no sería definida por un lugar determinado. En Juan 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre”, y en 4:24 le dijo: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y verdad es necesario que le adoren”.
Debemos recordar que el sistema de adoración de los judíos se caracterizaba por una serie de rituales físicos, tales como el ofrecimiento de ofrendas, los holocaustos, etc. En contraste con lo que es principalmente físico, la adoración que estaba por venir, de que hablaba Jesús, estaba más de acuerdo con la naturaleza de Dios.  Esta explicación es acorde a Juan 4:24: “Dios es espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” Jesús está diciendo: La adoración que ofrecemos a Dios debe ser "en espíritu", es decir, espiritual. Debe fluir desde nuestro espíritu, desde nuestro ser interior.

COMPONENTES DEL ESPÍRITU HUMANO
Para entender lo que Jesús le estaba revelando a esta mujer debemos recordar que el ser humano está conformado por tres elementos: cuerpo, alma y espíritu. Debemos conocer cómo funciona nuestro espíritu, como primer paso para ser uno de los verdaderos adoradores que Dios busca.
ü  (Juan 4:24). Dios es Espíritu.
ü  (Gén. 1:26). Dios creó al hombre a su imagen y semejanza.  
ü  (Sant. 2:26). Es decir, somos seres espirituales porque somos un espíritu,  no es que tenemos un espíritu, somos un espíritu.
ü  (1 Tes. 5:23). Somos un espíritu que interactúa con otras personas por medio del alma y a través el cuerpo.
ü  (Juan 3: 3-6). Nuestro espíritu es donde sucede el nuevo nacimiento, la nueva creación en Cristo Jesús.
ü  (Gál. 5:16). Tenemos que aprender a movernos en el mundo del espíritu, por medio del Espíritu Santo.
Los siguientes son algunas funciones del espíritu del hombre:

LA CONCIENCIA. Es la función del espíritu del hombre en donde se tiene el temor de Dios. Es el medio a través del cual podemos tener conocimiento del bien y del mal. Cuando el hombre peca continuamente la parte de Dios conectada a su conciencia, la cual es el temor de Dios, se aparta de él y esto produce endurecimiento de la conciencia. Esta se va haciendo cada vez mas insensible a la voluntad de Dios hasta que se cauteriza. (1 Tim. 4:1-3).

LA INTUICIÓN. Esta palabra no es bíblica, pero es reconocida en el ámbito cristiano. Son las antenas que conectan el mundo natural con el mundo espiritual. La intuición es el área sensitiva del espíritu humano y también es independiente de lo externo. Es ese conocimiento que nos llega sin ninguna ayuda del pensamiento, la emoción o la voluntad. "Sabemos"  por medio de nuestra intuición, y nuestra mente nos ayuda a comprender. Las revelaciones de Dios y todos los movimientos del Espíritu Santo son perceptibles para el creyente a través de la intuición. Es lo que nos hace sentir en un momento dado la presencia  del Espíritu Santo o de un demonio. Podemos sentir lo que pasa a nuestro alrededor con las personas o las circunstancias. En la intuición recibimos revelaciones de parte de Dios. Aquí se manifiesta la profecía, sabiduría, el discernimiento de espíritus y la ciencia.
Otras funciones del espíritu del hombre son la “mente del espíritu” (Col. 1:9), donde funcionan la inteligencia y sabiduría espiritual; los “sentidos del espíritu” (Heb. 5:14) y el “asiento de poder” (Ef. 3:20, Hech. 1:8), temas que no se profundizarán por no ser el objetivo de este estudio.

LA COMUNIÓN. Es la función o el área del espíritu en donde somos uno con Dios (Juan 17:21). Es donde se da lugar el nuevo nacimiento, la nueva creación en Cristo Jesús. (Juan 3: 3-6). Es donde empieza la regeneración y donde también somos vivificados por el Espíritu de resurrección. Es la función del espíritu que nos permite escuchar con claridad la voz de Dios. Es a través de la comunión que podemos ver y penetrar el mundo espiritual y donde se puede experimentar la gloria de Dios. Es allí donde vienen muchas visiones y revelaciones del Espíritu de Santo. Esta área funciona como el corazón o el área gobernante de nuestro ser espiritual. Es aquí donde es establecido el señorío de Cristo, el cual va a gobernar y dirigir nuestra vida. La comunión es la parte central del espíritu y donde se establece el lugar santísimo de nuestro templo. Es desde allí desde donde fluye la verdadera adoración, La adoración en espíritu.

Cuando Jesús le dijo a la mujer que llegaría el momento en que no adorarían al Padre ni en Gerizin, ni en Jerusalén, es decir, que no sería fundamental un lugar físico para adorar, estaba haciendo referencia a que el lugar para adorar a Dios sería establecido en nuestro espíritu. Hoy somos el templo de Dios, no un lugar para venir a adorar a Dios, sino un lugar desde donde se adora a Dios.
En el plano de lo físico, esto quiere decir que ahora podemos adorar en cualquier lugar, a diferencia de cómo lo hacían en el Antiguo Testamento. A partir de esta revelación podemos ver en la época de Jesús y en el Nuevo Testamento verdaderos adoradores adorando ya no en el templo físico o material, sino desde su templo, desde su corazón, en cualquier lugar físico: María, la hermana de Lázaro, adoró a Jesús en su casa en Betania, la mujer pecadora que adoró a Jesús en la casa de Simón, la multitud en la entrada triunfal de Jerusalén, los 120 en el aposento alto, Pablo y Silas en una cárcel de Filipos, etc.
La adoración en espíritu no procede del alma: Voluntad, mente o emociones, ésta es solo el vehículo para expresarla. Si nuestra adoración no fluye desde nuestro interior, desde nuestro espíritu, terminaremos cometiendo el error de muchos: confundiendo las expresiones de adoración con la verdadera adoración.

II. LA ADORACIÓN A DIOS EN VERDAD
Jesús le dijo a la mujer samaritana que llegaría el momento en que se ofrecería a Dios una adoración que estaba más de acuerdo con la verdad, con la realidad. Para entender esto, debemos tener en cuenta que muchos elementos de adoración que se llevaba a cabo en la época de Jesús eran simplemente una sombra o figura de lo que vendría.
La adoración del Antiguo Pacto, era una sombra o símbolos de la verdadera adoración. Los sacrificios de animales eran símbolo del sacrificio de todo nuestro ser que debemos presentar diariamente en adoración a Dios (Rom. 12:1); el sacerdocio levítico era símbolo del mejor sacerdocio que hoy tenemos (1 Pedro 2:5);  la fuente de bronce era símbolo de la limpieza que hoy hace la Palabra en nuestra vida (Efe. 5:25-26); el candelero era símbolo de la revelación que nos da el Espíritu Santo, especialmente cuando le adoramos (1 Cor. 12:7-8); el altar del incienso ara símbolo de las oraciones que elevamos a Dios (Apoc. 5:8); el lugar santísimo, en el que entraba solo el sumo sacerdote una vez al año, era símbolo de la presencia de Dios a la que hoy podemos entrar con plena libertad (Heb. 4:16); la sangre depositada en el propiciatorio para hacer expiación por los pecados del pueblo era símbolo de la sangre de Cristo que nos da libre acceso a la presencia de Dios (Heb. 9:11-12).
La adoración del Nuevo Pacto está de acuerdo a la verdadera realidad. El énfasis ya no está en lo que eran símbolos o una sombra de las cosas por venir (La Ley), sino en lo que es verdad o real. El rey David recibió la revelación de la adoración en verdad y la estableció en el tabernáculo de Sión. En el Salmo 132:13 dice que este fue el tipo de adoración que el escogió, en lugar de la adoración mosaica (Salmo 78:60). La adoración en verdad es la forma como Dios quiere que se le adore, con música, con cantos, gritos, con alegría, con danza, vidas rendidas a Él, etc.
Para que nuestra adoración sea conforme a la verdad de que Jesucristo reveló a la mujer samaritana, y que había sido revelada al rey David siglos atrás, se deben cumplir cuatro aspectos:

1. Debe ser adoración que corresponde a la verdad de nuestra condición interior. Los fariseos violaron este principio. (Marcos 7.6-7). La adoración no es algo simplemente exterior, como el movimiento los labios ante Dios. Cuando lo que hacemos en la adoración deja de ser una expresión de lo que realmente está en nuestros corazones, deja de ser una adoración verdadera.
2. Debe ser adoración que se enfoca en la persona y la obra de Jesucristo, quien es la verdad. (Juan 14.6; Filipenses 3.3).
3. Debe ser adoración fundamentada en la verdad de la Escritura, a través de la cual Dios nos revela su naturaleza, su carácter y sus deseos.
4. Debe ser adoración fundamentada en el Espíritu, es decir, en la guía del Espíritu Santo.


CONCLUSIÓN:
La adoración es como un motor de dos cilindros que opera con la mezcla: espíritu y verdad.

La verdadera adoración ocurre cuando le adoramos a su manera, no a la nuestra. Dios mismo, no nosotros, define la manera en que debemos adorarle. Mucha gente adora a Dios a su manera. Los verdaderos adoradores adoran al Señor a la manera de Dios y él desea ser adorado en una manera que utiliza los dos elementos de “espíritu y verdad”. Jesús dice algo importante en Juan 4: 23-24: El Padre busca adoradores verdaderos. El Padre busca un pueblo adorador. ¿Qué es un verdadero adorador? El que adora a Dios como él nos instruye: en espíritu y en verdad.

4 comentarios:

  1. ES MUY IMPORTANTE ADORAR A DIOS COMO EL QUIERE QUE LO HAGAMOS , EN ESPIRITUY VERDAD

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  2. es importante recordar que Dios merece ser adorado en todo momento, no solamente a la hora de asistir a la iglesia a Dios se debe adorar en todo lugar y con todo lo que somos, y para adorar en verdad debemos presentar corazones sinceros ante la presencia de Dios sin ocultar nada ofrecer nuestra vida tal como somos, reconociendo que Dios es Santo y a santidad hemos sido llamados...

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  3. Es necesario adorar a Dios como el lo pide en su palabra

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