lunes, 21 de febrero de 2011

COMO DIRIGIR LA ALABANZA CON EL FLUIR DEL ESPÍRITU SANTO

Dios quiere tener un encuentro con su pueblo en los servicios de alabanza. Él está buscando un lugar, corazones en donde pueda hacer reposar su presencia. Nuestra responsabilidad como ministros de alabanza es preparar todo lo que esté a nuestro alcance para “ayudar” a Dios a lograr ese propósito. Es como si nosotros fuéramos los organizadores de un encuentro entre dos personas y tenemos que preparar cada detalle para contribuir a que ese encuentro sea excepcional. 

El Servicio de alabanza no puede ser algo improvisado, ni planeado unos minutos antes. Debe ser el resultado de: Oración (yo hablo), Revelación (Dios habla), Preparación (yo hago mi parte) y Dirección (Dios hace su parte).


1. Orando. Solo veremos a Dios obrando por medio de nosotros cuando cubrimos con oración todo lo que hacemos para Él.

Si queremos cantar o tocar proféticamente, esto es algo que solo lo encontraremos en el lugar donde habita Dios: En el corazón de un adorador. Es allí donde escuchamos su voz para convertirnos en sus portavoces.

Como líderes de alabanza hemos aprendido que tenemos que buscar lo que hay en el corazón de Dios para ministrar a su pueblo en cada servicio y esto solo lo obtenemos en intimidad con Él. (Mat. 7:7-11).

A partir del momento en que nos disponemos a buscar “lo de Dios” para el servicio de alabanza, debemos afinar nuestros ojos y nuestros oídos espirituales para escuchar lo que Dios nos hable. Debemos ser sensibles para identificar la forma como Dios hablará o el medio que Él utilizará para hacerlo. Dios puede hablar a nuestra mente, a nuestros oídos, por medio de una visión o un sueño, por un sentir que pone en nuestro corazón, al recordarnos un pasaje bíblico, o haciéndonos recordar un hecho del pasado, por medio de una conversación con otra persona, por un sentimiento persistente, en fin de cualquier manera que tenga a bien escoger. Lo importante es discernir su voz.


2. Interpretando Correctamente lo que nos es Revelado. Dios puede mostrar su propósito con suficiente anticipación, pero en el transcurso de la alabanza Él puede revelarnos nuevas cosas. Recordemos que Dios nos da su revelación en parte (1 Cor. 13:9). Normalmente Él anticipadamente nos da el “que” y se reserva para después el “como” hará lo que nos ha dicho.

¿Qué hacer con las revelaciones que recibimos de Dios? Solo hay una respuesta a esta pregunta: Interpretarlas. La interpretación contesta a la pregunta ¿Qué significa la revelación? Debemos procesar en nuestra alma lo que recibimos en nuestro espíritu, para poder llevarlo al plano físico o material.

Una vez tengamos claridad de lo que significa la revelación, debemos saber qué debemos hacer con ella y cómo debemos hacerlo. Debemos pedir la sabiduría de Dios para saber cómo proceder con lo que nos ha sido revelado. Ahora, es claro que si Dios nos revela algo durante el servicio de adoración, todo ello debe suceder en segundos, por lo cual es imperativo que practiquemos el “oír a Dios” y el ser guiados por Él.

Una vez conozcamos el “qué y el cómo”, podemos expresarlo verbalmente haciendo declaraciones proféticas, proclamaciones, orar por lo que Dios ha mostrado, profetizando, con cánticos espontáneos, etc. Preferiblemente, no debemos compartir la revelación con el pueblo si no tenemos la interpretación. En la alabanza profética es más provechoso hacer énfasis en la interpretación que en la revelación misma.


3. Preparándonos. Es lo que debemos hacer desde el momento en que conocemos el propósito de Dios hasta el culto de alabanza:

ü     Embarazarnos de lo que nos ha sido revelado. Llenarnos de la Palabra revelada. Caminar todo el tiempo previo a la ministración con el propósito de Dios en mente.
ü     Hacer un estudio bíblico sobre el tema. Seleccionar textos bíblicos.
ü     Damos de lo que somos, del resultado de nuestra intimidad con el Señor.
ü     Debo experimentar primeramente en mi vida y en la vida del equipo lo que Dios va a hacer con la congregación, para ministrar con poder y autoridad. Ministramos con autoridad solo lo que ya hemos experimentado.
ü     Escoger y ensayar las canciones.
ü     El ensayo debiera ser una ministración para el equipo de alabanza.

4. Dándole al Espíritu la Dirección del Culto. Tiene que llegar el momento en que tengamos una verdadera muerte a nosotros mismos para que en realidad todo pueda ser dirigido por el jefe del culto: El Espíritu Santo. Tenemos que dar el control al Espíritu Santo y confiar en Él. (2 Cor. 3:17). Donde está el Espíritu Santo y se le permite ser el Señor, cuando se le da pleno derecho o libertad de hacer lo que le plazca, cuando no se le limita, entonces Él va a moverse haciendo cosas maravillosas en medio del pueblo y va obrar dando libertad para adorar a Jesús.

Teniendo en cuenta que adoración profética es identificar el viento del Espíritu y fluir con Él, durante la alabanza profética el Espíritu Santo puede guiarnos a través de la música para llevar al pueblo a un punto de encuentro con Dios. El líder de alabanza debe ser lo suficientemente sensible e identificar cuando el Espíritu está fluyendo a través de los instrumentos musicales e ir en la dirección indicada. Esto puede ser: ministrar con guerra espiritual, intercesión, sanidad, perdón, limpieza, etc.

A veces el líder puede estar cantando una canción y le viene algo a la mente. Eso puede ser lo que hay en el corazón de Dios para ese momento, es así como Él puede escoger revelarse. Depende del líder cambiar la dinámica del servicio e ir en la dirección que Dios le ha mostrado o seguir con su plan.

Alabar proféticamente es como caminar por una cuerda floja. El secreto para no caerse es no mirar para abajo sino hacia adelante. De la misma manera, al entrar en el fluir profético debemos mantener nuestra mente en Dios, enfocados en lo que nos está hablando. Si nos distraemos, podemos “caernos”, y perderemos el fluir de Dios.

Es importante saber que con cada movimiento del Espíritu Santo la carne quiere involucrarse. Debe ser parte de nuestro aprendizaje saber discernir la fuente de lo que oímos o vemos.

Teniendo en cuenta el principio bíblico: “dad y se os dará”, pienso que se debe dividir la ministración en dos partes: Adorar a Dios y ministrar al pueblo. Primero le ofrendamos alabanza y adoración, luego pedimos y recibimos.

2 comentarios:

  1. que piensas de lo que dice isaias 42: 1-2
    http://www.biblija.net/biblija.cgi?biblia=biblia&m=Is+42&id22=1&id20=1&id21=1&pos=0&set=14&l=es&idp0=23&idp1=21&idp2=22

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  2. graxias !! muy buena enseñanza para mi persona como musico y ministro de alavanza que soy..... una bendicon entrar a esta pagina....

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