lunes, 14 de febrero de 2011

COMUNICÁNDONOS CON DIOS: REQUISITO PARA LA ALABANZA PROFÉTICA

Moverse proféticamente en la adoración es discernir la dirección del Espíritu Santo, moverse con el conocimiento de su deseo momento a momento y dirigir al pueblo de Dios a una participación profunda en la alabanza.
Muchas veces nuestra relación con Dios se centra en un monólogo en donde hablamos, hablamos y hablamos y nunca escuchamos lo que Dios nos está diciendo. Si queremos ser adoradores proféticos, se hace absolutamente necesario que aprendamos a oír a Dios. De hecho…
Dios quiere que le oigamos. (Heb. 1: 1-2, 3:7-8).
La palabra de Dios nos enseña que El habló ayer, habla hoy y seguirá hablando. Su deseo es comunicarse con nosotros. La comunicación es parte de su ser. La naturaleza de Dios es hablar con su creación. El comunica sus deseos, planes, el presente y el futuro, porque eso es parte inherente de su personalidad.
Debemos recordar que en el momento de la salvación, en el corazón del hombre ocurre una renovación completa que le devuelve la habilidad de oír nuevamente la voz de Dios, como un día la oía Adán en el huerto del Edén. Un corazón que puede oír, entender y cumplir la Palabra. Todo ello porque tenemos un espíritu, que es el medio por el cual nos comunicamos con Dios, porque Dios es espíritu.
Cuando pongamos esto en práctica, nuestro espíritu estará listo para caminar en lo sobrenatural. Nuestro espíritu fue renovado y hecho nuevo por medio del nuevo nacimiento. Por lo tanto, todo nuevo creyente puede oír a Dios y caminar en lo sobrenatural.
Asimismo, como vimos en la clase anterior, si queremos ser proféticos en nuestras ministraciones de alabanza, se hace necesario que aprendamos a oír a Dios, a discernir su voz, pero mas aun a obedecerle.
De igual manera, debemos tener presente que cuando Dios habla, somos libres para obedecer o para endurecer nuestros corazones al querer hacer nuestra voluntad y no la suya; pero, también debemos saber que cuando endurecemos nuestro corazón, Dios nos deja, y perdemos la oportunidad de verle a Él obrando en medio del pueblo.

¿Cómo nos habla Dios?
1. Oyendo:
Cuando hablamos de oír, mas que un oír físico, es un oír espiritual. Nuestro espíritu tiene un oído espiritual, al igual que nuestro cuerpo tiene un oído físico, y es el medio por el cual el Señor regularmente nos habla.
1.1 Puede ser audible, como oír cualquier voz. (Es la menos frecuente). Luc. 3:21-22, Núm. 12:6-8; 1 Reyes 19:11-13, Heb. 12:18-19.
1.2 Puede ser audible, solo para nuestros oídos. (1 Sam. 3:1-4).
1.3 Puede ser una voz audible interna. No se escucha con los oídos físicos, sino con la mente, en la cual Dios puede poner sus pensamientos.
1.4 Puede ser un pensamiento que llega del Espíritu Santo al espíritu humano. Escuchamos con nuestros oídos espirituales.

2. Viendo: En la Biblia se registran 122 sueños, 101 visiones y 4 trances o éxtasis.
2.1 Imágenes Mentales: (Juan 1:48) Son cuadros mentales dados por medio del E.S. al espíritu  humano. Algunos son instantáneos y otros se desarrollan progresivamente.
2.2 Visiones: (Hech. 2:17, 7:55-56, 2 Reyes 6:17). Algo que se ve en estado consciente o en un éxtasis. Una aparición sobrenatural que trae consigo revelación. Suceden con la persona despierta, sus ojos espirituales son abiertos.
2.3 Sueños: Hech. 18:9-10, Gén. 20:3, Núm. 12:6, Daniel 7:2. Serie de escenas, imágenes o sucesos que se presentan en la mente mientras uno duerme (visión nocturna). Una de las características de los sueños es el lenguaje simbólico.
2.4 Trance o éxtasis: Los sentidos físicos son trastornados y se entra en un estado de suspensión o la inhabilidad de actuar.  Hech. 10:9-10; 22:17.
Los sueños y las visiones deben ser una parte normal de la vida de la Iglesia. (Hechos 2:17-18). No todos los sueños y las visiones son de Dios, pero tenemos que tener la capacidad de discernir.

3. Sintiendo.
3.1 Impresiones. Es un sentir físico o para algunos un conocimiento profundo. Esto también es conocido como el “testimonio del Espíritu”. Las impresiones son el sentir de que debemos hacer algo o de que algo es verdad. Dios usa las impresiones o el sentir para guiarnos. Neh. 7:5; Hechos 14:9.
3.2 Un Saber. Es la revelación divina de algo que simple y llanamente sabemos. Algo que nos llega repentinamente. (Juan 4:18).
Las impresiones difieren de los saberes en que son menos confiables.


¿Cómo oír la voz de Dios?
El oír la voz de Dios debe ser una práctica diaria y normal en la vida del cristiano. Prov. 20:12. Nuestra habilidad de escuchar la voz de Dios no está basada en nuestra propia justicia, sino en su gracia. Un ejemplo de ello fueron Adán, Cain, David, quienes pecaron y a pesar de ello oyeron a Dios. Cuatro ejercicios indispensables para desarrollar esta habilidad son:
El ayuno y la oración. El ayuno crea gran sensibilidad en nuestro espíritu para oír la voz de Dios.

El orar abundantemente en el espíritu. Cuando oramos en lenguas, nuestro espíritu se edifica y se desarrolla. Debemos procurar orar consistentemente en lenguas todos los días, y después de cierto tiempo veremos como algo le sucederá a nuestro espíritu: se volverá sensible a la voz del Señor.
Meditar en la palabra de Dios. El meditar la Palabra nos ayuda a confirmar si lo que oímos es de Dios. Un buen ejercicio es tomar un versículo de la Biblia diariamente y memorizarlo, meditarlo y hablarlo para sí mismo.
El uso. Cuando continuamente estamos utilizando los sentidos para oír al Señor, aprendemos a identificar su voz. Cualquier don espiritual es desarrollado cuando lo usamos o lo practicamos a menudo. (Hebreos 5:14).
Cuando nos ejercitamos continuamente en oír a Dios, nos familiarizamos con su voz y se cumple en nosotros lo que Jesús dijo en Juan 10.27: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen". Escuchar la voz de Dios, es un ejercicio que debemos practicar continuamente para poder desarrollar la capacidad de discernir su voz de las otras voces. El hombre fue creado para oír la voz de Dios, y por esta razón, debería ser fácil para nosotros oírle a menudo.

¿Por qué apagamos la voz de Dios?
Una de las razones por las cuales Dios deja de hablar a muchos creyentes, es porque no están dispuestos a obedecer. Una buena pregunta que debemos hacernos es, ¿cuándo fue la última vez que el Señor me habló y no hice lo que Él me pidió? Cuando lo recuerde, arrepiéntase, pida perdón a Dios, y verá que pronto, él le volverá a hablar. Cuando somos obedientes, Dios nos habla.
La palabra obediencia implica dos cosas en el griego: "akouo" que significa oír para obedecer, y "bupakouo ", que significa persuadir, escuchar, oír para hacer. En esencia, obediencia es oír con oídos espirituales y poner por obra lo que Dios nos ordene hacer.
Algunas veces, Dios nos pedirá hacer cosas que van en contra de nuestro razonamiento, que no serán fáciles de hacer, pero tenemos que estar dispuestos a obedecer, a pesar del lugar, las circunstancias o las personas. Si deseamos oír su voz, la obediencia es la clave para lograrlo. Es mejor equivocarse pensando que estamos obedeciendo a Dios, que quedarnos estáticos sin hacer nada.

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